11/2/09

En esto pensad


Para Dios no hay imposibles

Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Entonces le respondió: Ah, señor o, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aq que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.

Jueces 6.14–15

Israel estaba ocupada por un pueblo enemigo, los madianitas. Con un poderoso ejército de 135.000 guerreros tenían completamente subyugado al pueblo de Dios. A modo de tributo, se llevaban lo mejor de la tierra y del ganado. El pueblo estaba, gicamente, desmoralizado y sin esperanza.


En medio de esta situacn un ángel se sen cerca de Gedeón, quien estaba limpiando trigo para esconderlo de los Madianitas. El texto de hoy nos da los detalles de la misn que Dios venía a encomendarle a este varón. Sin rodeos, el Señor le hacía esta descabellada propuesta: ¡que él, un desconocido individuo de la tribu de Manasés, de una familia sin recursos, se levantara para librar a Israel de la mano de Madián!


Si usted hace una lista de los atributos que tenía Gedeón para la misn que le estaban encomendando, no encontrará muchos elementos que lo inspiren a creer que Dios ha encontrado a la persona indicada para la tarea por delante. Probablemente no tenía experiencia en lo militar, ni en la dirección de otros hombres. Era el menor de una familia pobre, una persona que seguramente estaba acostumbrada a no ser considerada en nada. Si le suma a esto las dimensiones de la misn que Dios le proponía, tend aun mayores razones para dudar acerca del desenlace exitoso del emprendimiento. ¿Qué podía hacer este “insignificante individuo frente a semejante desafío?


Este es el método de Dios. El Señor se deleita en presentarnos con proyectos que son absolutamente imposibles de lograr. Miramos nuestros recursos y exclamamos: “¡Nadie puede hacer eso! A Mois le propuso levantarse con dos millones de israelitas que vivían en

esclavitud, para tomar posesn de una tierra ocupada por pueblos hostiles.


¡A Josué le propuso conquistar una ciudad fortificada cantando alabanzas! A Jonás le propuso predicar

buenas nuevas a un pueblo que se había propuesto la conquista del mundo. A los astoles les propuso que hicieran discípulos de todas las naciones de la tierra.


Es precisamente esta sensación de sentirnos completamente desbordados por la magnitud de un proyecto la que nos asegura que estamos frente a una propuesta divina. Dios nunca nos hace partícipes de planes que pueden ser logrados en nuestras propias fuerzas. El Señor se deleita en meternos en situaciones donde toda nuestra astucia, nuestros recursos y nuestras proyecciones se ven como absolutamente ridículos.


Este es el método de Dios. Si usted quiere participar en los proyectos de Dios necesita sentir que sus propios recursos son completamente inadecuados. Los proyectos de Dios solamente se logran con los recursos del Señor.

¿Qué desafíos tenemos hoy como iglesia? ¿Nos animamos a dejar de lado nuestras proyecciones humanas para comenzar a soñar a lo grande, no con la transformación de algunas vidas, sino de su ciudad, su nacn y aun el mundo? Si otros se ríen de nuestros proyectos, de seguro que está en la misma sintonía que el Señor.

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